domingo, 22 de abril de 2007

Yamila Hanashiro: Telenovela

TELENOVELA: DEJA VÚ.
ESCALETA


CAPÍTULO 1


BLOQUE I


Escena 1
Int, aula del segundo piso del instituto, de noche.
Yamila empieza a guardar los útiles. Siente ansias de regresar a su casa.
Cintia y Majo le dicen que se apure, que quieren ir al baño y hay muchas personas esperando.


Escena 2
Int, hall del segundo piso del instituto, de noche.
Yamila espera a que Cintia y Majo vayan al baño. Ella también tiene ganas de ir pero se hace tarde y decide aguantar hasta llegar a su casa. No les dice nada.
Cintia y Majo ya terminaron de ir al baño, por lo que las tres bajan hacia la puerta.


Escena 3
Ext, puerta del instituto, calle, de noche.
Yamila trata de aguantar las ganas de ir al baño. Maxi, Luis y Ariel las están esperando en la esquina para volverse todos juntos.
Al caminar unas dos cuadras, Cintia, Majo y Maxi se despiden de los otros tres y toman el 68 sobre la Avenida Cabildo.
Yamila, Ariel y Luis siguen caminando mientras hablan sobre las tareas que tienen que realizar para el día siguiente. Los tres están desorientados. Ninguno sabe qué escribir.


Escena 4
Ext, parada del 67, calle, de noche.
Yamila se despide de los chicos y espera el colectivo. Mientras espera, se le va otro que también la deja a media cuadra de su casa. Exala fuertemente, enojada.
Llega el colectivo. Yamila se sube.


Escena 5
Int, colectivo, de noche.
Saca el boleto y le toca uno capicúa, Nº 00041714. Con una sonrisa de oreja a oreja se va a sentar al fondo. Sigue observando minuciosamente el boleto. Piensa jugar ese número en la quiniela a la mañana siguiente. Sonríe mientras contempla el paisaje urbano.


BLOQUE COMERCIAL


BLOQUE II


Escena 6
Ext, calle, de noche.
Yamila se baja del colectivo, atraviesa la YPF, camina treinta metros y llega a la puerta de su casa. Tranquilamente saca la llave guardada en su carterita roja y la introduce en la cerradura. La puerta se abre.


Escena 7

Ext., puerta de la casa de Yamila, de noche.
Yamila entra a su casa, pero cuando quiere cerrar la puerta, el óxido del marco se lo impide. Yamila no tiene la suficiente fuerza para girar la llave, por lo que pega un grito llamando a su padre.


Escena 8
Ext, puerta de la casa de Yamila, de noche.
Llega su padre Juan Carlos a la puerta de entrada, luego de haber buscado un aerosol que lubrique el marco de la puerta. Se lo ve un poco desesperado y cansado. Echa el aerosol por toda la puerta. Un olor similar a pintura mezclada con ácido comienza a olerse.
Yamila empieza a tener jaquecas. Se va adentro al trote.


Escena 9
Int, casa de Yamila, de noche.
Yamila entra por la segunda puerta de su casa, luego de trotar como treinta metros que la separa de la primera puerta. Saluda con un “hola” tipo flash a sus dos hermanos y a su madre y corre a su habitación. Deja rápidamente sus cosas sobre la cama y se dirige al baño.


Escena 10
Int, baño, de noche.
Yamila desagota toda la orina que contuvo en su vejiga desde que estaba por terminar la última hora de clase en el instituto. Se siente aliviada. Se lava las manos y sale.


Escena 11
Int, living, habitación, de noche.
Yamila comienza a cenar y se le viene un flash back del boleto capicúa. Trata de seguir comiendo pero no puede. Lo va a buscar a su habitación. Lo encuentra y llama a su amiga María Elena.
La madre de Yamila le pregunta por qué no vuelve al living a seguir cenando.
Yamila le dice que ya va mientras habla con María Elena. La conversación es amena, cómo estás, cómo vas con los estudios, si salen el viernes por la noche.
La madre le dice que se enfría la comida. Yamila se despide de María Elena con un saludo a contra reloj.
Yamila vuelve a la mesa del living. Termina de cenar y sigue contemplando el boleto Nº 00041714. Piensa seriamente en la quiniela.


BLOQUE COMERCIAL


BLOQUE III


Escena 12
Int, habitación, de noche.
Yamila llama a su novio Martín por teléfono desde su habitación. Recostada en su cama le cuenta que le toca un boleto capicúa, que da mucha suerte, que es lo más. Él se entusiasma con la idea de probar suerte.
Yamila se despide de Martín y se va a dormir.


Escena 13
Int, habitación, de noche.
Yamila duerme, se mueve de un lado al otro de la cama, sueña.

Sueño


Escena 14
Ext, Canadá, de día, otoño.
Yamila está con su futura familia en un parque canadiense. Ella, Martín y los mellizos se revuelcan en las hojas rojizas de arce. Ríen, corren. Transcurren las horas. Felices.


Vuelve del sueño


Escena 15
Int, habitación, de madrugada.
Yamila se despierta repentinamente, no puede volverse a dormir. Le parece muy real ese sueño. Comienza a respirar como lo hacía en las clases de yoga. Cae en lo más profundo de la tranquilidad.


Escena 16
Int, habitación, a la mañana.
Sueña el despertador como si fuera el timbre del recreo. Yamila lo tira al piso de la bronca. Se oyen ladridos de su perro Benji. Enfurecida se levanta de la cama, se apresura para ir a callarlo, se da contra el biombo de madera oriental y se cae desmayada.


BLOQUE COMERCIAL


BLOQUE IV


Vuelve al sueño


Escena 17
Ext, Canadá, de día, otoño.
Se dirigen al auto porque está anocheciendo. Antes de entrar, Martín les compra unos chocolates. Los chicos, contentos. Y Yamila también. Mientras viajan cantan canciones.


Escena 18
Ext, puerta de la casa, de día, otoño.
Descienden del vehículo y se encuentran con que la entrada está cubierta por hojas de arce. Lleno de hojas. Yamila comienza a levantar la vista. Se queda perpleja ante el número de su casa, 00041714, el cual coincide con su preciado boleto capicúa.


Vuelve del sueño


Escena 19
Int, hospital, sala de emergencias, a la mañana.
Yamila pregunta dónde está. Se encuentra muy mareada.
Sus padres le explican lo sucedido y cómo llego hasta allí.
Yamila no entiende nada. Está histérica. Comienza a gritar. Los médicos la tranquilizan, pero ella se agita cada vez más. Habla de un parque lleno de hojas de arce, de esa puerta, de ese número, de la quiniela. Sus padres se asustan muchísimo, tipo como la cara de asombro de Jim Carrey en “La Máscara”.


Escena 20
Int, pasillo del hospital, casi al mediodía.
Los médicos no encuentran una razón lógica para explicar lo que le sucede a Yamila. Los padres dicen que esta es la primera vez que le pasa algo así.
Los médicos se quedan conversando en privado mientras que los padres se quedan con Yamila.


Escena 21
Int, sala de emergencias, mediodía.
Yamila empieza a tener convulsiones. Al mismo tiempo se ríe a carcajadas. Parece estar en una dimensión desconocida. Nombra a la quiniela, a Canadá, a Martín, a los mellizos, a la puerta… Al Nº 00041714.

Yamila Hanashiro (Redactor especializado)

yamila.alimay@gmail.com


Rubén Vedovaldi: Cuatro textos breves

El Borrador

Un hombre salta una tapia y cae muerto en medio de un jardín.Toda la vida del jardín se conmueve y viene a pedirme que deje mi cuartilla a medio hacer y mi lapicera y mi escritorio y salte la tapia para averiguar allá afuera quién lo mató. (Yo soy el autor y lo tengo que saber y lo tengo que contar). Pero yo tengo miedo de saltar esa tapia y caer muerto del otro lado. Entonces vuelvo a mi escritorio y a mi hoja a medio narrar y concluyo:-Queridas flores y queridos bichitos del jardín, mejor tiremos el muerto otra vez afuera y borremos estas líneas y escribamos otro cuento sin muerte y sin miedo, ¿eh? ¿Qué les parece?


Sed y palabras

Es la alta noche. Un hombre tiene sed, pero lo único que hay es silencio y una que otra palabra. El hombre abre una palabra y se mete desnudo y entero adentro de la palabra. Adentro está más oscuro que afuera. El hombre enciende un deseo amoroso y trata de ver en la oscuridad, pero el amor es ciego y lo lleva a cualquier parte. Cuando el amor se apaga, el hombre enciende una locura y ve muchas cosas o espectros dentro de la palabra. Las cosas le sacan la lengua y se le ríen en la cara o le hacen cosquillas en los pies y el hombre busca infructuosamente la salida.Un cartel le indica: Espera a que se apague la locura. El hombre espera a que se apague la locura y enciende un olvido profundo.Baja por el hondo y oscuro camino del olvido, y sale de la palabra.Afuera la gente le pregunta:-¿Qué sed tuviste, qué palabra abriste?A lo que el hombre solamente puede balbucear.-No sé, no me acuerdo.Todos se alejan del olvidadizo, menos una niña.La niña extiende una mano hacia la sed del hombre y le regala otra palabra.Y otra vez, después de la profunda oscuridad, amanece.


Tres deseos del crédulo pescador

Un hombre pesca a orilla del río una lámpara que parece mágica. El hombre la frota hasta que sale la voz antigua de un genio:-"A tus órdenes, amo. Pídeme tres deseos y te serán concedidos ya ya ya.El pescador piensa muy bien sus deseos y pide:-Primero quiero la salvación y gloria eterna para todas las almas pasadas, presentes y futuras de este mundo y de cualquier otro lugar en donde las hubiere.-El genio pareció dudar un momento y preguntó: ¿Y cuál es tu segundo deseo?-Segundo: que tú seas feliz y libre para siempre de toda servidumbre y que quien te encerró en esta lámpara sea perdonado.-Ya veremos si perdono a ese malvado. ?murmuró el genio? ¿Y cuál es tu tercer deseo?-Tercero: que esto esté sucediendo de verdad y no sea cuento.Y pasó el tiempo y los tiempos y el genio no pudo concederle el tercer deseo. Y el cumplimiento del segundo deseo y del primero, el pescador todavía los está esperando.


Ida y vuelta multiplicada

Una mujer estira su mano hacia la copa del árbol de la lengua y del habla y desprende una palabra de jugoso aroma y dulce color. La mujer abre con su lengua la palabra y se mete toda ella dentro de la palabra, hasta el carozo. Luego monta el carozo de esa palabra y viaja sensorialmente y va visitando las costas de los siete mares del silencio. De las orillas de los mares del silencio viene un aire de verbos que acaricia el vientre y peina los cabellos de la mujer. La mujer lleva el carozo a la mejor playa y lo deja encallado en la arena y se adentra en la tierra firme de las voces. Las voces son en esa parte todas masculinas y reciben a la mujer en interminables orgías.La mujer vuelve preñada hasta el carozo y monta y vuelve por los mares hasta el centro oceánico de la palabra que la contiene. Y sube por una liana hasta el cenit. Y sale de la palabra por donde había entrado y se arrodilla a parir siete hijos junto al árbol de la lengua y el habla. Y canta. Y va dejando cada hijo prendido como fruto de una rama del árbol y luego se tiende a descansar y viene el viento y algunos animales se asustan o huyen a esconderse, pero la mujer se confía al árbol y duerme en paz el mejor de sus sueños y siete sueños más, porque ella sabe que a las palabras que echaron raíces en la vida, no se las lleva ningún viento.

Rubén Vedovaldi
vedonet@netcoop.com.ar
Contratapa Rosario/12Miércoles, 18 de Abril de 2007

Mónica Russomanno: Hoy aquí

Ya tuve y tengo mucha tragedia. La tragedia crece en la noche, se alimenta de sollozos, busca rincones para sorprendernos, se agazapa detrás de muebles de madera que crujen en la soledad de la ciudad sin ruidos.
La ahuyento con carcajadas, con un vino descorchado festivamente, con la música que estremece y llora gozosa. Hago que huya la tragedia con sus trapos raídos, con sus conversaciones circulares y sus dolores de estómago.
Le grito a la cara, me le río, me saco sangre de felicidad para que no me atrape.
Hago que la tragedia meta en la bolsa los espantos, que se vaya por debajo de la puerta. Que se vaya.
No me le dejo. Me escabullo en paisajes de Van Gogh alucinados en pinceladas vibrantes, corro por los pasillos con la falda volante, grito bichitos de luz, escupo salamandras que escalan las paredes con rastros ígneos.
Como alfajores de chocolate y los mezclo con lágrimas para que las endulce. Desparramo el miedo para que no sea tan denso y se disipe como el humo de los cigarrillos.
Me miro en el espejo y me regalo una dos muchas sonrisas que empiezan siendo mentira y terminan siendo verdades.
Me recuesto en la calidez de quienes me quieren bien, me admiro de quienes me quieren bien y reconozco con alivio, con felicidad que bien los quiero.
Abrazo al mundo para abrazarme en medio de la caterva de objetos seres e historias. Me miro en perspectiva para tener lástima de una historia tan pequeña, para maravillarme de ser un ser entre los seres, para comprender la pequeñez e inmensidad de cada uno y cada cual.
Descubro que la tragedia le ocurre a quienes están vivos. Beso la vida y me voy a dormir acostada sobre la sábana fresca y tibia de este nuestro mundo.

Mónica Russomanno
russomannomonica@hotmail.com

Marita Ragozza: Poetizar desde el periódico



VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

Las mujeres de este pueblo
andan descalzas
amonedan noches sin luna
en sus heridas de sombra.
¿Habrá algún camino que invoque al sol,
para desandar el secreto de la humillación?
Una mañana amasan barro,
recolectan frutos,
juegan con cáscaras de soledad,
se esconden
en cavernas de gritos ahogados . . .
hasta que son devoradas
por un nombre inverosímil.




POETIZAR DESDE EL PERIÓDICO
17 de Abril de 2007
ROBAR A LOS ONCE AÑOS

Lo halla la brisa con el pecado
de ser pobre a cuestas,
fatiga de hollar los días
sin morral,
sin piedad,
sin amor,
niño vaciado,
chicuelo tirita la ración
que no le han dado,
el abandono escancia
la embriaguez más viva.
Lo vieron robar
niño de once años
¿cómo será el hombre?
La araña de la injusticia y la exclusión
pierde un niño más
tortícolis de cuello
por mirar a otro lado
pregón a un mundo terco y sordo
en la enredadera del sistema
no hay mirilla para mirar
el cementerio de los inocentes.
Se escucha un ulular,
duele vivir esos once años,
le beben la vida a dentelladas . . .
crujen en el cielo
graves pájaros sin alas.


MARITA RAGOZZA DE MANDRINI
maritaragozza@gmail.com

Laura Caccianini: Luna de fuego

Cuales son las palabras que salen al encuentro
en este momento en que nada fluye
y todos los elementos se mezclan
siento...
el viento fuerte, trayendo secretos
la noche, abriendo de par en par
el abismo del misterio y la magia
y el fuego tratando de ser coherente con la tierra que parece
en estos momentos tan lejana...
Mejor.
Porque la Tierra apaga el Fuego"
¡Por eso!"...no puedo escribir nada.


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Estoy cansada de andar

a veces siento que ya
debo descansar
pero no puedo
Anhelo en el fondo
esa vida mortal
de rituales y dias tranquilos
pero el viento me llama
la noche me pertenece
y los dias grises brillan aun para mí.
y sin embargo.. anhelo en el fondo
esa vida mortal
de rituales y dias tranquilos.
pero otra vida me arrastra
y debo seguir el camino
mi alma se agita
la sangre fluye
y mis ojos ven mas alla de la oscuridad.
y en esta batalla sin fin
yo vibro, juego, siento
me enciendo y soy.

SALVAJE


Laura Caccianini

lunadefuego9@hotmail.com

Silvia Sione: 3 poemas de Cristal

EL MENDIGO

Nadie pudo ver
-o tal vez nadie quiso-
su andrajosa apariencia
opacada por los años,
las arrugas de su piel,
el dolor de sus manos,
procurando un sustento
en aquella noche cruel
de invierno amargo,
de frío intenso.
Solo, tan solo,
con sus descarnados huesos.
Nadie pudo ver
en sus labios muertos,
la boca doliente de interminable urgencia,
El llanto contenido por la misma indiferencia,
que anulaba su última esperanza,
que quemaba hasta su propia existencia..
Cuantos hombres sin conciencia,
cuantas miradas sin pupilas
que atentaron contra esa vida
evadiendo el dolor humano,
alentando el atroz destino…
Sin siquiera percatar,
que en aquella noche invernal
el mendigo moría de frio.



“CHIQUITA”
No más caminatas por el campo
las tardes llenas de sol,
ni más desayunos preparados
con olor a pan tostado
ni la dulzura de su voz
despertándome suavemente,
ni su sonrisa cómplice
que me hacía reír de repente,
y todo ese ser angelical
que guiaba mis pasos
con guardia permanente
de pronto no estaba más a mi lado
¿Acaso me había abandonado?
Tantas preguntas pasaban por mi mente,
no podía comprender porque todo había cambiado
y se volvía tan gris el presente…
¿Por qué no me dejaban verla?
Yo necesitaba sus consejos, sus abrazos y sus besos…
Por eso un día, en un descuido de la abuela,
escapé hacia su habitación,
despacito abrí la puerta,
y la ví, sí, ahí estaba ella
acostada en su cama
blanco impecable su rostro, enormes ojeras,
estaba tan diferente,
tan distinta a lo que era.
Lentamente me fui acercando
acaricié su rostro, me temblaba la mano,
ella abrió sus grandes ojos almendrados
y con un hilo de voz
pronunció mi nombre con amor
y después volvió a cerrarlos.
-Mi chiquita – dijo-
y se durmió.
Sí, chiquita realmente era yo,
resignándome a que mi mamá
“ahora por fin descanse en paz”
con mis tan solo seis años.




CAUTIVA


Cuánto misterio la rodea,
nadie sabe las tinieblas que respira
si aún intenta algún milagro entre las sombras
si una esperanza todavía la desborda
aunque se enturbien sus sueños dia a dia.
En el silencio de la noche apaciguada,
entre cristales de estrellas,
llora el rocío…
Tal vez allí, como un ave extraviada,
su sigiloso grito esté pidiendo auxilio,
desde ese oscuro cielo de nubes heladas
donde quedó cautiva…
Y aún subyace,
quizás,
aún ansía,
en un impenetrable laberinto…
sin salida.


Silvia Sione

Viale, Entre Rios, Argentina
silvia31sione@yahoo.com

Norma Beatriz Doviziano: Borrascas

Nubarrones hoscos pliegan mi frente,
El cielo se aturde de sombras.
Imágenes, metáforas,
noches que no riman
giran mi cabeza sin afuera.
Te perdí en el borde de una nube
y la ternurase fundió con el invierno amargo.
El amor huele a cenizas.
La desnudez de los árboles
me toca.
Naufragan en tinta las palabras.
Serpentea los renglones,
el temor de la tarde.
Un camino de aire me traga.
Fosa de luz y puentes rotos,
la herida de nuestra historia.
El sol sufre de insomnio,
la luna lo mece en sus brazos
para darle lugar a las estrellas.

Norma Beatriz Doviziano
normisdovi@yahoo.com.ar

2 poemas de Silsh

AHORA

Ahora que el camino
se juega esta pulseada con las sombras
¿dónde vagar la suerte o la renuncia?
Hay una tenue luz moviendo el aire
que antecede al estallido de la noche.
Intento abrir paredes con estas manos viejas
socorrer al sol en la penumbra
por donde el júbilo se cuece alucinado.
En un suelo hecho muralla de cenizas
parpadea quietud en los rincones.
Me protege los pasos se hunde sin pesar
en una caravana de silencios.
Y ahora ¿en qué doblez se agitará la espalda?
¿cuál será el bálsamo que entibie los sentidos?


EMBOSCADURA

a Marcelo P.

temible radiación de la mirada
hacia el núcleo agudo de su sombra no hay palidez ni encierro
el límite se inviertey este ser uno
con el códice atento en el banquillo no hay reglas
no hay cadenas
la ambigüedad no existe anarca vertebral sin maridaje
con-funde blanco-negro
inmaculado dejarse estar en medio de la jungla
buscarse los zapatos en el cieno
hasta arrancar oxígeno a la huella portadora
la herencia muestra el diente
la coalición irrumpe
desperdiga mordazas
se atomiza ser
como pide la médula tormenta impar frente al abismo.

© Silsh(Silvia Spinazzola)-Argentina-
silsh@arnet.com.ar
www.silsh.com.ar

Miriam Cairo: Algunas certezas sobre los sueños

Los sueños nunca son inofensivos. Cuando se cumplen, se vuelven insaciables. Exigen cuidados extremos, gozo extremo, gratitud extrema. Si no se cumplen esperan de nosotros más capacidad de pergeñar, de proponer, de tropezar con insistencia y sin resguardo. Muchas veces, se concretan antes de que uno los haya soñado, entonces nos reclaman atención para reconocerlos, naturalidad para recibirlos y predisposición para gozarlos.
Según su voluntad, los sueños pueden ser visibles o invisibles. Algunos carecen de soñador y se generan por ímpetu propio. Los sueños involuntarios producen los vientos y las lluvias. Los subterráneos se hacen cargo del amor inmerecido. Los sueños perdidos están muy a gusto. Los temidos, no salen de su asombro. Los incendiados, piden congojas y las intercambian por frenesí. Los cotidianos viven para nosotros, no contra nosotros.


Los sueños poseen la capacidad de asumir muchas formas. Algunas de sus semblanzas se asemejan a un perro con ojos de dragón; a un libro con letras de arena; a un bailarín con pies de muñeca. También es habitual encontrarlos con el aspecto de un hombre o como un pez, y de su cuello siempre pende una sortija invisible, emblema de su poder. Los sueños con figura de pez son animales fugitivos que fingen nunca haber sido tocados. Los sueños en forma de hombre son muy hermosos. En tanto que los sueños que andan sobre piernas de mujer, caen en la tentación de entrar y salir de los hombres en puntas de pie.


Los sueños no abundan menos que las nubes y, al igual que éstas, esconden una cifra sagrada que expresa su número exacto. Es por ello que Magritte dedicó su vida a pintarlos.
Los sueños se vinculan a los oráculos, a las noches y las mancias. Moran con igual comodidad en lugares pequeños o en inmensidades. En tierra firme o mares turbulentos.
Sus tamaños son muy variados. Los pequeños miden menos de un acento prosódico, los grandes apenas caben en la cola de un dragón y los inmensos caminan encorvados para no chocar la luna.


Los sueños no desconocen la vida y la vida no desconoce los sueños. Parece cosa simple pero es un asunto extraordinario. Tan estrecho es el vínculo que los une, que cuando la vida no los nombra habla una lengua muerta. Cuando los hombres y las mujeres se niegan a vivir la fracción inasible de su existencia, la vida cae en una grave enfermedad. Su belleza se retuerce en la flacura y en la fiebre tratando de horadar el muro falaz de la razón ciega.
La vibración de la persona que sueña es precedida por una luz interior que se insinúa e infunde un halo tranquilizador. Testimonio de su sensibilidad es el hecho de que su cuerpo es perfecto en tanto imite la forma indefinida, incompleta y vacilante del sueño que lo habita. El contorno de la persona que sueña es tembloroso como un desnudo de Schiele.
Los sueños sufren cuando no son soñados totalmente y su queja es un rumor semejante al roce de magnolias. Pero cuando el hombre o la mujer los reviven soñándolos plenamente, contagian una dicha inmensurable.


Los colores del sueño no se parecen a ningún otro. Ya hemos dicho que su forma también es única y sus propósitos, irrepetibles. En pos de su singularidad rompen las barreras de cualquier intención igualadora o estandarizada. Los sueños buscan diferenciarse unos de otros con extrema minuciosidad. La palabra es su madre, su padre y su cuna. Uno no entendería tan claramente las extrañas palabras que los gestan si no estuviera dispuesto a soñar. En ellas se dejan oír crujidos. Es el ruido de la carne, de la carne de los sueños. Esos crujidos salen de todas las cosas. Incluso del silencio y de los perros que saltan en un pie. Los sueños y sus palabras no dejarían de dar una sola puntada sin la aguja de la noche. El hilo de su costura es un suspiro. La tela es el deseo. Cada vez que un sueño es soñado en su singularidad, da a quien lo sueña la más certera noción del yo.

Los sueños son las flechas que pasan a la otra orilla. Flechas emplumadas. Cada vez que un soñador lanza su flecha, un olor único a jazmín se respira en todo el universo. Por un instante, el sueño mismo es el universo.


Los sueños indestructibles son indestructibles. Los frágiles, frágiles. Los inmensos, inmensos y así sucesivamente hasta llegar al sueño último. El sueño final no es el sueño de la muerte. No es el sueño del más allá. Nada tiene que ver con el ocaso. El sueño último quedó allí esperando que le tocara el turno después de los indestructibles, los frágiles, los inmensos. Es el más paciente y también, el que requiere más coraje, porque quien llega a él, duplica el poder de soñar los sueños de sus sueños. El sueño último espera el momento de ser nombrado por aquel que ha dedicado toda su vida a soñar. Y ese es el único sueño que parpadea.


Miriam Cairo
cairo367@hotmail.com
Fuente: CONTRATAPA de "Rosario/12" 05/04/07

Alfredo Di Bernardo: Los docentes y el Zeppelin Plateado

Una de las canciones de Chico Buarque que más me gusta es "Geni y el zeppelin". Se trata de una especie de "fábula sociológica", en la que se cuenta la historia de Geni, una joven de costumbres licenciosas que, por tal razón, es sistemáticamente despreciada por el resto de sus conciudadanos. Un día asoma en el horizonte un enorme zeppelin plateado y se instala amenazante con sus cañones en el cielo de la ciudad, horrorizando a sus habitantes. Su comandante, al ver a Geni, queda prendado de su belleza e impone una condición para no destruir la ciudad: pasar la noche con ella. Todo el mundo, claro, implora a Geni que acepte. A ella le disgustan estos personajes poderosos, pero son tantos y tan sentidos los pedidos, que finalmente accede. A la mañana siguiente, el comandante, saciado, se aleja con su zeppelin y los pobladores respiran aliviados. Y como el peligro ya ha desaparecido, en vez de agradecer a Geni que los haya salvado, vuelven a mostrar hacia ella el mismo desprecio que le han enrostrado siempre. Fin.
Me acordé de esta canción durante estos días de la Santa Fe inundada, al pensar en los docentes. Ellos, que hasta hace diez días, eran considerados por muchos como los malos de la película, los rebeldes sin causa, los aviesos protagonistas de reclamos desproporcionados, integran en buena parte el grupo de personas que, con su esfuerzo solidario, han evitado que el desastre social ocasionado por el diluvio sea aún peor. Como en el 2003, han cubierto con su compromiso personal los errores y omisiones de quienes, desde los ámbitos oficiales específicos, deberían haber previsto un sistema de defensa civil que realmente funcionara. No es descabellado, incluso, pensar que varios de los padres que, diez días atrás, llamaban indignados a las radios despotricando contra ellos, se hayan visto beneficiados directamente en la emergencia por su accionar.
Nadie que se precie de ser justo o razonable osaría ahora cuestionar la actitud y aptitud de los docentes. Esta semana, aun con diferencias, con mayor o menor eficacia, con mayor o menor entrega, los docentes, los padres y las autoridades tiraron todos del mismo carro, teniendo en vistas un objetivo común y urgente. Al parecer, en la sociedad santafesina algunas cosas paradójicamente funcionan sólo cuando la ciudad se inunda.

Me pregunto qué pasará cuando el zeppelin plateado se haya ido.

Alfredo Di Bernardo

alfdibernardo@ciudad.com.ar

Marta Roldán: 2 poemas

Dos poemas del libro: "Perfiles y Roles" publicado por YoEscribo.com:

PANAL

Una tierna palabra de consuelo,
una madre, un murmullo, una mirada.
Todo aquello que encierre en sí dulzura
es más dulce que la miel y que la caña.
Una nube, la música, la brisa,

la alegría de un niño reflejada
en sus juegos, sus canciones y sus frases,
inmensa es la ternura que contagian.
Este mundo se encuentra desbordado
por acciones y seres que declaran,
confirman la existencia de dulzura
a pesar de los males que lo arrasan.




SILENCIOS

Yo crecí envuelta en silencios.
Silencios de hablar con las bocas cerradas.
Silencios de gritar con las armas cargadas.
Nunca confié en hacer preguntas
y no hubiera encontrado un caudal de respuestas,
nadie hubiera cedido sus entrañas expuestas
a quien deseara comprender.
Pero tú, hija, has accedido a una vida distinta.
A una vida de bocas y almas abiertas
que permite expresar lo que llevas adentro
y gritar y crear y luchar sin silencios.



©Carmiña Candido Daverio = Marta Roldan.
fama@friulinelweb.it
Site:
www.enterinformatica.com.ar/crearparaleer www.friulinelweb.it/unmododidireColaboradora externa de la Asociación Cultural Italiana "La Nueva Musa"Colaboradora en la revista "La fuente de las 7 vírgenes".Moderadora de Crearpoesia:
crearpoesia-subscribe@gruposyahoo.com.ar
Noticias literarias:http://www.grupobuho.com/modules.php?name=Content&pa=showpage&pid=1
Libro gratis:
"Perfiles y Roles"
http://www.yoescribo.com/publica/comunidad/obra.aspx?cod=25731

Santiago Bao: 3 despliegues

ENFRENTAMIENTOS

Qué manera
de enfrentarme al destino
con un cuchillo
que no corta nada.
Sangran los otoños antiguos
en esquinas
donde se arrastran
heridas abiertas
en combates desiguales
hacia la zozobra
de seguir estando
en el camino.



EL DESVÁN ABANDONADO


Siempre habrá cosas
que nunca dijimos
que cuelgan del destino
como murciélagos de polvo
palabras, larvas
de la memoria
encerradas con mil llaves
en desvanes abandonados
para zurcir
las horas inexorables
del implacable recuerdo.



MEMORIAS


¿Quién defenderá la memoria
de quienes ya no están
y cada vez más borrosos
se alejan en la distancia?
La casa de mis abuelos
habitada por otros que desconozco
aquella casa con mis tíos
discurriendo alegres en el hilo
del mediodía
de los domingos diáfanos
en que el mundo se asomaba
por un momento a los designios
invisibles de una dicha breve.
Ni siquiera ruinas
casas de la infancia
sino sobre sus cimientos
otras paredes ventanas puertas
otras gentes rostros desconocidos
para arrojar sobre la memoria
la arqueología de los derrumbes lentos,
el desamparo del polvo
y el silencio del corazón
del abismo.


Santiago Bao

De "Despliegues" (antología 2007)
santinebao@gesell.com.ar

Desde Cuba: Miguel Crispín Sotomayor



Eutanasia

Si alguna vez olvido
que las balas batistianas cruzaron a Armando
en el Puente de Boniato,
que Trillo es un monumental bloque de cemento
junto al mar de Santa Cruz,
que Casimiro fue cazado
en una traicionera calle de Managua
y Walsh, en una de Buenos Aires;
o que Roque Dalton fue asesinado dos veces
o que a Víctor Jara le quebraron la voz y las manos
o que el Ché se ocultó
para reaparecer montado en Rocinante
y no acumulo valor,
el suficiente,
hazme un favor: Mátame.

Miguel Crispín Sotomayor (Cuba)
Tomado del poemario “Fantasmas de Quijote” (2005-2006)

arcomar@cubarte.cult.cu

Virginia Edit Perrone: Decires

Alimento balanceado

Están en las colas de los bancos, son los primeros de la primera hora, del primer
día de pago de cada mes, según número final de documento que no los documenta para
calificar.

Están en la cola del tiempo, en la cola de la cola de la vida, en esa parte del
cometa que no vemos en el viaje.

Esperan sin ser vistos, esperan sin esperar.
Mirarlos es conjugar el futuro imperfecto, el tiempo del horror que cae fuera de
toda gramática.

Los miramos poco para no mirarnos cuando la cinta avance.
Hoy pasé por la vereda de doña Mercedes, había olor a comida de abuela. Fue día de
cobro, día de alivio y bizcochuelo.

Del uno al catorce de cada mes se turnan en colas como rondas litúrgicas, ocupan las
veredas recién húmedas, quiebran sin quebrar.

La casa bizcochuelo, casa abuela, casa plato único, se descascara, mientras al lado,
la familia chalet, familia madera y vidrio, familia fondo y pileta le prepara a Fido
su infaltable alimento balanceado.



La PanCasa

Cada noche él volvía con su portafolios y su traje de todos los días. Ella, al
terminar la jornada, escribía y se ocupaba de sus papeles mientras lo esperaba.

Así, cada noche de cada día volvían a encontrarse en Casa.
Ella amaba jugar con su barba y con el mechón dorado que le había descubierto,
tantos años antes, entre el pelo castaño.

Pan de palabras en el teclado. Pan de sus manos en los abrazos. Era, aquella, una
casa de Pan, y una PanCasa.

Él preparaba las cenas y, ambos debatían sobre el Mundo en la pequeña cocina. Él
tenía cada noche un nuevo sueño y también algunas desesperanzas, ella sacaba
palabras de abajo de su teclado y, entre tanto, la cocina humeaba en la casa de Pan.

Cada día los signos de la eternidad dejaban sus huellas entre el vino y las paredes.
No algo algo tan eterno como el Pan, pensaba ella, que siempre supo que ese
entrañable Quijote lleno de sueños, ese renacentista caballero barbado capaz de
dedicarle sus noches a la cena, al amor y a los sueños, no podía tener manos que no
fueran de Pan.

Ella creía saberlo todo de su amor de Pan, menos que la muerte también se enamora,
aunque no sepa de vinos, ni de palabras, ni de amor, ni de cocinas.

Ella creía saberlo todo. Pero no sabía de ausencias.

Virginia Edit Perrone
De "Decires" (Breves ensayos poéticos en prosa)
Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 2003
perronev@infovia.com.ar
weblog: http://virginiaperrone.blogspot.com

Seis son una jauría

NORBERTO BARLEAND
ETERNIDAD DE LA AUSENCIA

Te busco
entre las ramazones del aire rojo y sollozante.
En la eternidad del árbol

donde observo las ansias de mi sangre,
por los terraplenes del idilio

y las caricias agotadas por el tiempo.
Te busco amor lejano y subyacente

en el escampe de un cielo azul
morado de azul y sinfonía,
en el encaje aterido de la sombra
y la soledad crecida por tu ausencia.




JULIO CARABELLI

WALL STREET

En Wall Street hay que tener cuidado.
Es posible que bajen las acciones
que haya un crack en la bolsa
que los negros
que el piso de serpientes tambalee
la geométrica soberbia de las torres.

En Wall Street conviene estar atento.
Es posible no ver el apetito
crecer el promontorio de mendigos
los latinos
y que Hemingway carga su escopeta
en la sombra de un bar inexistente.



CARLOS N. CARBONE
EL PERSEGUIDOR

Esta noche de verano es plácida
riego el jardíny miro las estrellas
esas mismas estrellas que miraba
de niño
acostándome en el baldío

que había frente a mi casa.
Esta noche

al igual que aquellas noches
en Lomas del Mirador
también
persigo al silencio.



NORBERTO CORTI

LABIO DEL CAÑAVERAL

Machetes de soledad
parten el aire cargado.
Cien soles de fuego duro
se hunden en los contornos
de sal y cueros bronceados.

Canta el azúcar torcaz
una canción muy temprana
¡Que yo la vida te doy
por una paloma blanca!

Labio del cañaveral
por la luna malherido.
La oscuridad con su pozo
de dulcísimos arrullos
se va estirando sangrienta
por el verdor casi mudo.

Calla el azúcar torcaz
una canción ya cansada
¡Que yo la vida te doy
por una paloma blanca!



EUGENIO MANDRINI
LOS HECHIZOS DEL FUEGO

Como todos, se acuchillaba junto al fuego.
Como todos, se encandilaba junto al fuego.
Como todos, revivía los azares del día
junto al fuego. Como todos, entibiaba
los terrores de la noche junto al fuego. Como
todos, descubría alrededores de mujer, sinuosos
como el sueño, junto al fuego. Como todos,
pensaba que es una sucesión de chispas
el tiempo, junto al fuego. Como todos, se
preguntaba cuánto dolor y estruendo será
necesario para ver cómo las sombras del mundo
se apagan junto al fuego. Como todos,
deseaba que la muerte fuera, apenas, un abrazo
enun lugar instantáneo, junto al fuego.
Pero a nadie como a él lo ensimismaba
la música del humo, junto al fuego.




MARCOS SILBER
RUTABAR
Miran duro los muchachos y beben.

El más methal escupe y amenaza:
"muéranse, maricones y putas, muéranse".
Miran feo los muchachos y beben.
El más oscuro, el tatuado, rompe la botella:
"negreros, malparidos, cornudos".
Miran mal los muchachos y beben.
El más sombrío levanta la copa
y brinda "por la viciosa que me abandonó
dejándome los críos".
Junto al ventanal que dá a la noche
alguien apunta:
"llorarán, como bebes, como náufragos,
como perdedores, al fin, llorarán".

De "Seis son una jauría" (Poesía)
Ediciones Marcha Poética
Buenos Aires, Noviembre de 2006

domingo, 1 de abril de 2007

Miguel Ángel de Boer: Una pena/ A Ernesto

Una pena

Ernesto Allende y Rosa Pincul son dos queridos amigos, honestos y ejemplares luchadores, que brindan todo lo que tienen a su pueblo y su ciudad. La Biblioteca ha sido un espacio de amor, aprendizaje, resistencia y coraje. Hecha con esfuerzo, solidaridad y sacrificio. Enclavada en un uno de los barrios periféricos y empobrecidos, ni el barro, ni el viento, ni los obstáculos más diversos impidieron que ellos prosiguieran con su tarea, pese a todo.
Este tremendo golpe se produce a horas de la presentación del primer libro que publica Ernesto y cuando ya la el nuevo edificio destinado a la Biblioteca, obtenido con muchisimo tesón, esta comenzando a concretarse.
Mucho de lo que se ha perdido es materialmente irrecuperable. No asi lo que nos han brindado, que por el contrario, cobra aún mayor relevancia ante lo acontecido. Es de esperar que con nuestra solidaridad – de la que ellos han sido siempre tan generosos – les brindemos el apoyo que sin duda necesitan.

Dr. Miguel Angel de Boer
Comodoro Rivadavia, Chubut
Argentina
http://www.diariocronica.com.ar/notas/notas.php?idnota=125097
http://www.elpatagonico.net/index.php?item=nota&idn=1716&ref=hoy


Este es un poema que escribí hace mucho tiempo y que comparto por primera vez:

A Ernesto

Si alguien cree
que la ternura ha muerto
No ha conocido
a Ernesto
Hijo esposo padre hermano
amigo vecino poeta
Solidario Resiste en su biblioteca
estos tiempos efímeros y vanos
con ese corazón que le sobra
y ese espíritu que se brinda
sin retaceos
Abriendo las puertas de su hogar
a su barrio
Si alguien piensa
que no existe la esperanza
No ha conocido
a Ernesto
Porque siembra sueños
imaginando futuros
peleando el presente
en silencio
Porque ama a los suyos
que son los nuestros
chilotes, gringos o paisanos
Si alguien siente
que todo está perdido
No ha conocido
a Ernesto
Allende es su apellido
Es de Comodoro
Es de nuestro pueblo

Miguel Angel de Boer
sigmundm@uolsinectis.com.ar

Fanny Garbini Tellez: Una poesía y un relato

DESCÚBREME...

Si puedes
si te atreves
a emprender
la gesta.
Descúbreme en los puntos
y las comasde mis poemas.
En sus espacios
y en sus silencios.
En sus estrofas busca mi historia,
mira mis ojos
sabe mi lengua.
Y si logras
revelar
mi esencia,
me daré por vencida.
Diré:
te pertenezco!



KAFKA, SU AMIGO Y LA CERVEZA

Kafka y Svejt se han encontrado por casualidad en una calle de Praga luego de veinte años de no verse. Se han abrazado al reconocerse, y en medio de esa calle hasta han gritado el goce del encuentro.
Sin previa consulta, caminaron hasta un bar ubicado en la esquina de la cuadra; uno de ellos abrió la puerta y el otro lo siguió. Se ubicaron en una pequeña mesa cuadrada con un mantel a cuadros y pidieron cerveza. Kafka y Svejt toman cerveza en Praga y brindan entrechocando sus respectivos chopsdesbordantes de esa blanquísima espuma que les adornará el labio superior cuando inicien el rito de la bebida.
Se miran y ríen, ríen por la casualidad del encuentro y por la cerveza. Vuelven a chocar los recipientes y Kafka, descuidadamente, inclina su vaso y vierte unpoco del sabroso y helado líquido. Svejt, con una gran carcajada, moja las yemas de sus dedos en él y los apoya en la frente de su amigo diciendo: ¡Suerte, Suerte!
Kafka se enoja, le da un puñetazo en la cara a su amigo, se levanta y se va.
Svejt apoya el brazo sobre la mesa, sobre él su cabeza, y llora. No puede creer lo que pasó. Yo tampoco lo creo. ¿Usted sí?
Hace mal, porque esta es una pequeña historia que acabo de inventar mirando una lámina en la cocina de mi amiga Cristina!…


Fanny Garbini Tellez
Octubre 2006
fannyte@ciudad.com.ar

Aníbal Jorge Sciorra: lucecitas vacilantes

me llevabas de la mano al jardín/ cada domingo cuando anochecía/nos abrazábamos muy fuerte/ durante ese pequeño instante/ nuestros ojos se fijaban firmemente en el cielo:
era el momento en que pasaba
nuestra estrella con su lucecita vacilante.


tanta imagen congelada/ tanto fuego que encendimos/ tantos momentos vividos/ que al final no nos dimos cuenta:
terminaron cayendo como lágrimas sobre nosotros


Aníbal Jorge Sciorra (anisci)
anisci2003@yahoo.com.ar

Consejos de Jorge Horacio Paredes

CONSEJOS

Un consejo:
no sean tontos,
yo lo fui.
No me sirvió de nada la experiencia.
Tuve que volver a empezar;

pero por suerte,
contaba con un buen par de zapatos de cuero negro
bien lustrados,
para impresionar a las señoras.


Jorge Horacio Paredes
De su libro "Gabinete de emociones"(Ed. De los Cuatro Vientos, Bs.As. 2005)jorgehoracioparedes@yahoo.com.ar
www.bookcrossing.com

Rolando Revagliatti x 4

Hacia la monogamia

Giro ahora con 8
como antes lo hiciera con 16
Mañana giraré con 4

pasado solamente con 2
Y por fin con UNA

saludaré
en el atrio.


Las 16 Mónicas


Las 16 Mónicasen mi loft
comparten animadamente
sus respectivas historias conmigo

En mi ausencia examinan
sus recuerdos de mí

Las 16 Mónicas
luego
ríen
juramentadas

y en mi presencia
todo es derramar
lágrimas.


En este bonito anfiteatro

En este bonito anfiteatro
conmemoran
unas 435 ex-amantes
el agitado período
de mi existencia como fauno
Y ahora me aplauden.



No son muchísimas

No son muchísimas
las mujeres que conozco
ávidas de mí

Poquísimas
se atreverían
a asesinarme.


Rolando Revagliatti
De su libro "Corona de Calor"(Ed. "LaLunaQue", Bs.As.2003)
revadans@yahoo.com.ar
http://www.revagliatti.com.ar/recitarg_libros.html

Patricia Sibar: De "Manchas de sonido"

POEMA 7

Es mi novio pero como me peleé
ahora es mi ex novio

Es mi ex novio pero como me casé
ahora es mi marido.

Es mi marido pero como me fui
ahora es mi ex marido

Es mi ex marido pero como me amigué
es mi marido

Un auto lo atropelló
me convirtió en su viuda

Habíamos discutido antes del accidente,
por lo tanto soy su ex viuda.

Patricia Sibar
De "Manchas de Sonido"
(Ediciones BP -Baires Popular- Bs.As. 2005)
pat.sib@gmail.com

La poesía de Mirta Liliana Urdiroz

Versión conocida
es el dilema que te aqueja
el de tener el corazón repleto
de chirucitas que te vaciaron los bolsillos

-----------------------------------------------

El querubin muestra su desenvoltura
al penetrar en el humo y reaparecer
cada vez cubierto de estrellas

-----------------------------------------------

Has cruzado la escoria de tu vida
y no fue un chasco
fue un alivio

-----------------------------------------------

Por encima de tu abrazo espío nuestros días
Qué hermoso, amor
haberme sentido tan amada
qué hermoso, amor
haber sido red de tu descanso
haber sido ahora después y siempre


Mirta L. Urdiroz
Todos los derechos reservados
mirtaurdiroz@yahoo.com.ar

minitextos de Cristina Villanueva

Hermosa marcha, dijo él. Cansado se acostó en un edredón de sueños, al que a veces se le volaban las plumas. La buscó entre los sueños deshechos y los por rehacerse. Tenía la energía de la lucha todavía .Se envolvió en ella se entibió en ella se arraigó en ella. La realidad a veces era muy insoportable. Ella muy desbordante de colinas, de suavidades, de calideces, tenía los ojos cansados de su propia mirada al sesgo pero lo acariciaba con las pestañas, lo llamaba con dos florcitas rojas que prometían. Ella lo acunó para sacarle el cansancio la rutina, ciertos grises, ciertas heridas del tiempo, después se quedó quieta, esperándolo.

*****

Despechada


Le costaba admitirlo porque nunca fue rencorosa,era cierto estabadespechada.Después de la ruptura se le habían quedado los pechos en la bocay las manos de él.Tenía que ver cómo hacer para que volvieran.El alma sinellos que la cobijaban quedaba demasiado expuesta.

*****

AGUA QUE CAE


El agua suena multitudinaria,

des –perfecta
va y viene,

El des-perfecto,
la constante otredad
su espacio móvil,
hace perfecta una música posible.


*****

En cuanto a lo de la farolera me alegra haber llegado a la verdadera historia, pues había comentarios en el sentido de que precisamente haberse enamorado de un coronel, constituía el "diebus illi" de su tropezón. Pero por suerte todo fue aclarado y terminó mejor.

Buenos sueños.


Cristina Villanueva
pluma@velocom.com.ar

Youssef Rzouga: Ramo de poemas

Un cielo con motivos azules

es algo más que amistad
es amor

es algo más que amor
es fuego

es algo más que fuego
es oración

es algo más que oración
es vértigo

es algo más que vértigo
es nirvana

es algo más que nirvana
es catarsis

es algo más que catarsis
es arco iris

tú eres
el séptimo color invisible
yo¿te puedo ofrecer
este cielo
con motivos azules?



Hazlo por mí

el mar
ciñe el sentido
pero este cinturo cotidiano
no me ciñe bien
te necesito
necesito tu mano vibrante
que expande
y rodea la montaña

entretanto
un té con citrón
tus ojos
refletan
los más entrañables deseos
nuestro silencio profundo
refleta el ciclón

este pozo
¿cuánto tiene de profundo?

te quiero
de una forma u otra
y te prohibo
que salgas
hazlo por mí
mi encanto imperioso
fuera
hace frío
y habrá millones de animales salvajes

¡ya te estás yendo!
hacia mí
soy yo
al fin del mundo
pero NO YO

NO YO

fuera de lo normal
el cuadro
se hace
esta herida
me pica Picasso
yo tú
más o menos
entre el pan nuestro de cada día
y la piedra filosofal
entre lo finito
y lo infinito
Poe
salva la distancia multicolor
en un abrir y cerrar de ojos

soy yo
más o menos
pero no yo




Un buen rincón

se avecina
el final del mundo
hi ha ho
después de la guerra atroz
la Cruz de los caídos
cae al cuervo que viene
¿te avía
si te llevo
a un buen rincón?

ningua casa
me conviene
quiero huir del ruido
te besar en la frente
y atravasar la frontera
entre SER o NO SER
a pie.



La muñeca de nieve

cuando se enteró
de que iba desnudarse
delante de su espejo
la muñeca de nieve
se ruborizó

una sensación rara y inefable
despertó
su nevo de cereza
su pezón izquierdo
y su feminidad latente en alguna parte

él
(este niño de ojos rojos)
sonrojó también
cuando se enteró
de que iba a alcanzar
con la líbido delirante
el océano de fuego
de la supuesta mujer de nieve.



Hasta nuevo aviso

¡que sí!
puede hace milagros
te acompañar
hasta el escalofrío
del río
anotar
tu hermoso uni-verso
en mi cuaderno
¡que sí!
te puedes quitar
el abrigo
la timidez
la ciudad
coger el tren
y no tener adónde ir

¡que sí!
puede hacer milagros
te querer
si
len
cio
sa
mente
hasta nuevo aviso

necesito descanso
te necesito
¿puedes columpierme?


Youssef Rzouga - Túnez
youssef.rzouga@gmail.com

Patricia Corrales: Un poema inédito

El duelo de la rosa II (poema inédito “El duelo de la Rosa”)

Los álamos al costado del arroyo
reducen mi pasado a una fotografía
como un misterioso zumbido de la bruma
y el significado de mi naturaleza
es un secreto que solo ha contemplado la luna
porque en ella he visto mi ausencia,
la revolución del espíritu en la materia del mundo,
el paso del tiempo en la impiedad de mi piel.

Todo pasaje me transforma, toda visión, alerta,
toda impronta me devuelve el golpe
y aún así creo estar preparada
aunque la razón se convierta en desidia.

La noche me abraza como una fiel compañera
mientras acuno el paso de la vida.

Patricia Corrales

pcorrales@cosud.com

Rubén Vedovaldi: Versos Clasificados

Vendo película que me contaron
Vendo pluma del pato de la boda
Vendo ojos que no ven y corazón que no siente
Vendo pestañas despeinadas del ojo del huracán
Vendo el ojo de la cerradura de los portales que dan al jardín de Más de lo Mismo
Vendo sambenito que me colgaron pero yo no fuí
Vendo Eva-test mentiroso
Vendo paño de lágrimas de sirvientita telenovelera
Vendo chacarera santiagueña semifinalista pre-cosquín
Vendo canción de palito ortega y dino ramos
Vendo ex tabique nasal de joven boxeador
Vendo vello pubeano de una señorita muy aseñorada
Vendo lengua con pelos
Vendo manos en la masa
Vendo pasito de baile pasado de moda
Vendo curso acelerado de relajamiento
Vendo crema depilatoria de King Kon
Vendo rulero para puercoespín
Vendo predicciones astrológicas del año pasado
Vendo vaso de agua sin agua ni vaso
Vendo mano de pintura sin pintura ni mano
Vendo pie de atleta que metió la pata
Vendo ojo de gallo de ex diva de la televisión
Vendo desenredante capilar de la cantante calva
Vendo discurso de candidato que estaba convencido de ganar pero perdió
Vendo gotas de lluvia nacionales e importadas
Vendo sombra de presidiario condenado a treinta años a la sombra
Vendo pluma de ganso que escribía por boca de otro ganso
Vendo silencio caído en desuso
Vendo el cuento del argentino feliz
Vendo muñecas de carne y hueso humanos imitación plástico (cerebro recambiable)
Vendo perro guardián alimentado a negritos de la villa
Vendo caramelos mordidos y chupetines chupados a precios populares
Vendo basura usada y vómitos de muerto
Vendo patente de corso
Vendo talismán para atraer la mala suerte
Vendo cosas feas que no se sabe de quién eran
Vendo la canción de apertura del mundial alemania 2006
Vendo platos rotos que eran de los pimpinela
Vendo memoria para balas perdidas
Vendo máquina de aspirar nubes de pedo en el Congreso
Vendo lombriz solitaria que me llora de noche y parte el alma
Vendo luna de miel con lágrimas de la virgen
Vendo bigotes y vozarrón de militar que cambió de sexo
Vendo caras de circunstancias y caretas de ocasión
Vendo edades de mujeres que se las quitan
Vendo familia bien constituida en país bien constituido
Vendo restos de disfraces abandonados el último carnaval
Vendo puntos de vista sobre temas que no le interesan a nadie
Cambio suegra 60 años por 4 nueras 15.
Vendo misa en latín cantada por Enrique Pinti y Pibes Chorros
Vendo pata de bolsa
Vendo la mano negra
Vendo zapatos para pisar caca de perro
Vendo guantes para gatos que no quieran cazar ratones
Vendo palomita blanca que pasaba volando rumbo a la casita donde estaba mi amor
Vendo bolas de fraile por falta de uso
Compro pañuelo para no llorar
Compro Otra Cosa

Rubén Vedovaldi

vedonet@netcoop.com.ar

Mónica Russomanno x 2

MUJER FELIZ

Había yo concurrido a una charla dada por un psiquiatra. La charla trataba sobre la felicidad. El psiquiatra definió el grado de felicidad como el nivel de aceptación en la relación de la persona con sus aconteceres; la familia, los amigos, el trabajo, las diarias ocupaciones.
Ocurrió que la mujer sentada a mi lado era una persona feliz, y, para mi dicha, esa mujer feliz me había otorgado el alto y honorable título de amiga.
Ahora bien, cómo es que esa mujer es una de esas raras personas que han incurrido en la extraña fortuna de ser felices. Habría que hacer un estudio, pero no está en mi mano más que el esbozo de una descripción, incompleta y externa como todos los intentos de aproximación al misterio.
Esa mujer que gozosamente confirmaba cada rasgo presente en las personas felices camina con los pies hacia afuera como una bailarina. No es un dato anecdótico. Como no puede ir por la vida con los brazos abiertos, va por ella con los pies abiertos, abarcando con un abrazo desde la tierra al universo y sus criaturas.
Es de esa clase de gente que una quiere tener cerca cuando el cielo resplandece, y que una necesita cuando llega el otoño y el deshojarse de las ilusiones. Tiene la incomparable capacidad de estar, de estar para quien la necesite a la hora del mediodía o de la medianoche, de callar, reír o hablar, de consolar sin mentir, de sonreír en silencio, de llorar lágrimas de sal y música melancólica por una amiga en desgracia.
Es hija, madre y hermana, es esposa y amiga. Es decir, que ejerce con solvencia todos los posibles modos de caricia y de estar en el mundo con y para otros. De su marido ha dicho “lo quiero tanto”, y no se me ocurre frase más modesta y más hermosa.
Que haya amamantado a sus tres hijos y a sus siete sobrinos la colocan en el terreno de la Pachamama, de las Venus Esteatopigias, de todas esas deidades que desde el inicio de los tiempos dieron leche y vida a los humanos. Que pueda narrarlo con bellas palabras es un encanto añadido.
Es, entonces, una especie de maga.
Si el timbre de su voz lo evoco en la frase ¡Qué-buéno!, así pronunciada, ¡Qué-buéno!, en las situaciones en que una se daría a todas las maldiciones que recuerde o pueda inventar. Si esa mujer dice qué-buéno cuando se pone a cocinar a las once de la noche, y al otro día tiene que madrugar para ir al trabajo. Si dice que hace falta or-ga-ni-za-ción, sabiendo que nadie le hará caso, y no se enoja. Si extiende su afecto como una manta infinita que abriga a todos y a todo. Si hace todo eso, debe de ser, y es, una mujer feliz.
Descubro entonces que la felicidad no es una cuestión de sucedidos, fortunas o resguardos. La mujer feliz deja que la felicidad le retoñe en los pechos y la regala. No protege con muros su jardín, lo abre a los visitantes. No guarda su felicidad en una cajita de sándalo e incienso, la derrama, y al derramarla crece.
Es feliz porque nos hace felices. Y hacemos cola para sentarnos un ratito a su lado en la hamaca.
No puedo decir que Edurne sea un hada. Es una mujer de verdad, y una mujer feliz. No hay mayor magia que esa.


NUESTRA INFELICIDAD


Nuestra felicidad no nos pertenece. La creamos no con las herramientas que nos son propias, sino con las que nos prestan. Y no depende como el siglo quiere hacernos creer de lo que poseemos, sino de lo que damos.
Puede ser una ingenuidad, pero ciertos antiguos saberes son tan ingenuos como el que un abrazo es más necesario que el pan, y que la sonrisa del amado calienta el alma en el invierno.
La felicidad no es una carcajada necesariamente. Sucede en una capa más profunda y es capaz de serenar los océanos del infortunio.
Para ser feliz es necesario ser generoso. Saber dar y saber recibir.
Una mujer que cocina para su hombre, el padre cansado que se fuerza a estar un ratito más a pesar del dolor de cintura, el muchacho que resigna unas tardes a acompañar la tragedia de su amigo. Hallan todos ellos una felicidad de melodía a media voz, la tranquilidad de estar donde hacen falta.
Pero necesitan, para poder ejercer su cometido de acompañantes, la retribución del reconocimiento.
Trabajar por la felicidad de alguien que nos ignora es un sendero que desemboca en la angustia. Y aquí acostumbramos considerar tonto a quien no requiere alguna clase de paga, y acostumbramos denigrar los trabajos desinteresados. Si no se pide nada a cambio, pensamos que debe de ser algo que no tiene valor.
Es cierto, no tiene precio. Es inapreciable lo que unos hacen por otros cuando se atreven a dar desde las entrañas, cosa nada fácil.Una mujer que acaricia a su hombre dormido es feliz. Una señora que pone la mesa con las mejores tazas para recibir a sus amigas. Un hombre que enseña a su vecino cómo cambiarle el líquido de freno al automóvil es feliz.La felicidad florece bajo los techos de chapa, estalla en el patio de una escuela, se enciende en una oficina. No tiene edad ni condición social. La llevan los privilegiados que son capaces de convidar con lo que tienen.
Quien es feliz porque lo envidian, retrasa unos momentos el salto hacia el abismo. Quien se alegra por el llanto de alguien, detiene un minuto solamente el roer de las orugas. Mentirá ser feliz el malvado, se mentirá a si mismo, hará la pantomima, montará su obra teatral. No hemos de darle fe. No le creeremos.
Pero mientras tanto todo nos lleva a la desdicha. La veneración del cinismo, la confusión de maldad con inteligencia, el mandato de arrebatar lo que no está fijado al suelo. Todo nos lleva al blindaje y la desconfianza. O somos ladrones, o tememos ser despojados.Creemos que poseemos lo que guardamos, y somos esclavos de lo que nos negamos a dar.La mujer no quiere ser usada, y se niega el privilegio de atender a su hombre. El hombre no quiere que la mujer lo domine, y se niega el privilegio de atenderla. Aferrados a nuestras mezquinas posiciones, amurallados todos, profunda, dolorosamente infelices. Pero eso si, indiscutiblemente dueños, patrones y propietarios de nuestra infelicidad.

Mónica Russomanno
russomannomonica@hotmail.com

Un poema de Laura Caccianini

Quisiera que hoy no termine nunca
para poder saborear los sentidos
y tenerte conmigo un poco mas
Oler tu piel impregnada en la mìa
sentir los labios hùmedos de tus besos,
el cuerpo dolorido de tus caricias...
el alma llena de tus abrazos
el corazòn tranquilo, sin preguntas
para confiar por fin eternamente;
pero nos cuesta tanto este amor
como dejar de hacernos daño
¿Por què? si volvemos a estar juntos
cuando en tu tiempo no existe tiempo
y tu corazòn es una biblioteca
de excusas para no poder verme.
Porque cuando volvemos a estar juntos
aquello que alguna vez elegimos
pasa a ser una carga pesada,
una ùltima cosa, un fastidio
un matrimonio lleno de hastìo
y sin siquiera haber empezado
terminamos mal, tristes, en busca de...
eso del otro que tienen los otros
y que nunca encontraremos
mas que cuando estamos juntos.

Laura Caccianini

lunadefuego9@hotmail.com

Sergio Borao Llop: Mensaje

Fugas (Celda X)

Si toda celda es ilusoria y toda libertad, sólo aparente, la reclusión se convierte en un simple concepto. Así, aunque ningún encierro es voluntario, tampoco es indudable la solidez de las rejas.
Hay ocasiones en las que abandono la celda y vago por las calles sin motivo. El carcelero -obviamente- está al tanto de estas fugaces escapadas, mas finge no darse cuenta, puesto que sabe con certeza que siempre se trata de salidas momentáneas, y que el regreso del prófugo se produce, con absoluta precisión, a las pocas horas, nunca más tarde del siguiente cambio de guardia. Por otra parte, si admitiese la existencia de tales fugas, quedaría, desde ese preciso momento, obligado a impedirlas, y eso escapa por mucho a sus limitadas posibilidades. Si, por el contrario, reconociese que, en efecto, las fugas existen y él no hace nada por evitarlas, estaría dejando de cumplir con su misión, y en ese caso, dada la gran disciplina existente en las prisiones, se vería obligado a dimitir de su cargo y, no estando capacitado para desarrollar otro oficio, quedaría a merced de las circunstancias durante el resto de su vida. Por lo tanto, su única alternativa es la indiferencia absoluta ante la menor tentativa de huida. Así, en su negligencia, actúa, sin saberlo, sabiamente. Porque ¿qué tienen de envidiables las calles de la ciudad?
Gentes apresuradas, sin tiempo para escuchar siquiera el roce del viento en sus oídos; personas que caminan aceleradas, mirándose al pasar en los espejos, en los cristales de los grandes almacenes, tratando de comprobar si su belleza cosmética se halla a salvo de las agresiones de la intemperie; rostros fugaces y falsos, ropas vistosas, diseñadas especialmente para resaltar virtudes y ocultar defectos; sonrisas estudiadas; poses repetidas; miradas frías; palabras vanas e inexpresivas, y una incurable sordera de raudas muchedumbres. Todo el mundo tiene prisa y las mil luces que parpadean parecen incitar a ese veloz frenesí. Los automóviles colapsan las iluminadas avenidas, hay ruido de bocinas que maúllan estridentes; gritos de conductores irritados; cientos de motores rugiendo con rabia y llenando de humo e infelicidad el cielo antaño azul, el aire que algún día fue puro.
Los ojos captan el horror y el corazón acumula desdicha, y cada minuto que transcurre en este infierno es una dolorosa carga de decepción para el recluso que ansiaba libertad. Vuelves los ojos hacia los otros, hacia tantos otros rostros -tan próximos y sin embargo tan infinita y tristemente lejanos- que caminan junto a ti, pero nadie puede detenerse; el tiempo es demasiado precioso. Miras alrededor y de pronto percibes que no hay nadie. Entre la multitud no hay nadie y la ciudad es tan sólo una película descolorida, vago esperpento de sí misma. No hay nadie y tu grito resuena hacia el interior, porque la ciudad no es más que el sueño inacabable de un neurótico y las imágenes se suceden, van pasando junto a ti una y otra vez hasta que no puedes más... Y entonces comprendes con resignación que no hay lugar al que volver que no sea la húmeda y maldita celda de tu pesadumbre.
Quizá, después de todo, es ése precisamente el motivo por el cual el guardián no se molesta en impedir las escapadas (¿No fue acaso un mero prisionero en otro tiempo? ¿No lo es todavía, en cierto modo?). Sabe que siempre regresamos, derrotados, hundidos, sin fe en nosotros mismos ni en la humanidad, con los ojos enrojecidos y odiándole por su asquerosa sonrisa de satisfacción.
Aunque, a decir verdad, tampoco sé muy bien que es lo que me empuja a volver a este antro de tenebrosa soledad. Quiero creer que lo hago porque aquí, al menos, me acompañan los recuerdos. Pero lo cierto es que me atormenta la idea de que no sea por eso. Me aterroriza pensar que en realidad se trata tan sólo de la rutina, que es apenas la fuerza de la costumbre lo que me trae de regreso una y otra vez, que acaso no sea posible luchar contra este vacío. Y por la noche, después del toque de queda, me acurruco en un rincón y lloro sin testigos en el anonimato de la oscuridad que se extiende por todos los rincones de la celda.


Sergio Borao Llop
sergiobllop@yahoo.es
Capítulos anteriores en:
http://www.aragonesasi.com/sergio/celda.htm http://al-andar.blogspot.com
http://www.aragonesasi.com/sergio

Textos breves de Virginia Edit Perrone

Transcripciones dudosas

Transcribiré el lenguaje,
ese lugar vacío
puesto en la lengua
para equivocar
al silencio.

*****
Algo emerge de la encarnadura de mi existencia; diría que es Poesía, un nombre arbirtrario cuando el propio cuerpo se hace palabra.


*****
Hundida en la paradoja más prometedora, la Palabra pierde la batalla para ganar su existencia.

de "Soy el Trazo". Inédito.

*****
Encore.

Me quedaría hablando aunque nadie escuchara. Me quedaría escribiendo aunque nadie leyera. Seguiría pensando aunque todo envileciera . Me quedaría amando aunque amar estuviera fuera de toda política vital. Sería Épsilon entre los Alfa, y si todos fueran cóndores elegiría conservarme gorrión. Me quedaría con el gusto diario y la cuchara incompleta en la mesa de la panera. Me quedaría oliendo aunque del Mundo quedara sólo una enorme planicie.
Estaría allí donde el vendaval arreciara. Me quedaría aunque todos se fueran. Me quedaría, quedando. Resistiría, resistiendo. De puro obstinada... tal vez.

Lic. Virginia Edit Perrone
perronev@infovia.com.ar
perronepodesta@hotmail.com

Bibi Albert: De reojo

DE REOJO

Miro tu felicidad.
La disfruto, le temo.
No afirmo nada.
No profetizo.
Me muerdo la experiencia
hasta que sangra.
Miro tu felicidad.
Me pinto la sonrisa con el brillo de tus ojos.
Enmudezco las llaves de tu casa.
Te llamo menos.
Ensayo discreciones.
Mido exactas las porciones de mi abrazo.
Extraño desayunos.
Modifico poemas.
Practico un nuevo ahora.
Hago equilibrio en la baldosa de mis pasos.
Miro tu felicidad.
Tu voz enciende velas en mi canto.
Me pruebo aquel paisaje que me espera.
Tu paz imanta el sol de este verano.
Mi guerra cose lunas en bandera de tregua.
Miro tu felicidad.
Me miro.
De reojo.


Bibi Albert

bibi_albert@fibertel.com.ar