jueves, 10 de enero de 2008

Los batwa (Uganda) se resisten a perder su cultura

Foto: www.photosalon.ca/


Siguen rechazando el uso de ropa, "porque ensucia la piel", así como las casas tradicionales, y creen que todas las enfermedades tienen cura con un método sencillo: el consumo de marihuana y el sexo.

La expulsión de los pigmeos de la etnia batwa del Parque Nacional Semliki, en Uganda, ha puesto a este pueblo en un dramático proceso de desaparición. Los batwa, sin embargo, se resisten a perder su cultura y evitan el contacto con pueblos de otras etnias para no contraer sus enfermedades.

Como muchas otras comunidades rurales de Uganda, las personas de la etnia batwa, que viven en el distrito occidental de Bundibugyo, en el límite con la República Democrática de Congo, han padecido los efectos de la inestabilidad política y las rebeliones que convulsionaron la región durante muchos años.

La población batwa, cuyos integrantes apenas superan el metro de altura, disminuyó drásticamente en los últimos 10 años y actualmente sólo son 76. Viven en Ntandi Forest a lo largo del camino Fort Portal-Bundibugyo. Antes habitaban en lo que ahora es el Parque Nacional Semliki, de donde fueron expulsados.

El rey, Geoffrey Nzito, dice que la mudanza a Ntandi los obligó a cambiar radicalmente su estilo de vida, que se basaba en la caza y la recolección y ahora están obligados a dedicarse al cultivo, tarea que "no es fácil".

Los batwa también se quejan de que su comunidad se diluye como resultado de que otras personas quieren tener hijos con sus mujeres.

Hace dos años, cuenta Nzito, vinieron unas personas que les construyeron "resguardos mejores" para reemplazar las chozas pequeñas que ellos se construyen. Pero las casas no eran buenas, dice Nzito, porque tenían garrapatas y los batwa prefirieron sus chozas.

La madre del rey, Astanjona Bikene, de 65 años, también se queja de que los quisieron obligar a llevar ropa. "La ropa puesta todo el tiempo ensucia el cuerpo, porque no permite que entre el aire fresco", explica. Como resultado, la ropa dada a las mujeres fue transformada en tiras que ellas usan alrededor de la cintura a la manera de una falda corta y sin ninguna prenda en la parte de arriba.

Los batwa están recluidos en la naturaleza y se relacionan lo menos posible con la gente de los alrededores. El rey dice que esto es así porque la mayoría de las personas fuera de las de su comunidad "tiene enfermedades", que los batwa temen contraer.

También creen que todas las enfermedades pueden ser tratadas con marihuana y sexo. Cuando se le pregunta por el Sida, el rey sonríe y responde que es una enfermedad para otras personas y no para los batwa.

Nzito cuenta que han sido afectados por personas que "estaban husmeando" alrededor de ellos. "Es cierto que dormir con un batwa es en sí mismo una medicina, y es por eso que nosotros casi no nos enfermamos", explica. Esto ha atraído a gente de otras etnias que comenzaron a dormir con las mujeres batwa.

Creen también que todo lo que necesitan en la vida se encuentra en el bosque del que fueron expulsados. De hecho, su población ha disminuido rápidamente desde entonces. Sólo en los dos últimos años, dice Nzito, han perdido a más de 20 integrantes de la tribu. Pero este joven rey de 27 años dice que su gente está comprometida a mantener viva su cultura.

Por ejemplo, los entierros son un asunto comunitario. Cuando un batwa muere, el camino está cerrado y hay que pagar una cuota para poder pasar. El rey dice que los obligan a hacer esto para demostrar que tienen dinero para pagar un entierro decente.

En cuanto al matrimonio, antes de la boda, la familia del novio le paga una dote a la de la mujer, que consiste en por lo menos un kilo de marihuana, un perro macho y waragi, una ginebra local.

Los batwa están amargados porque el gobierno no los ayuda. Aunque son la comunidad más pequeña del país, dos de sus líderes, Steven Wandera y Grace Malutu, sirvieron en el Ejército de Resistencia Nacional antes de que se transformara en las Fuerzas de Defensa de Uganda (UPDF).

Wandera, que se retiró del UPDF el año pasado después de servir durante 16 años, cuenta que se entrenó en la Escuela del Ejército de Semliki y después se desempeñó primero en el tercer batallón y luego en el cuarto. Malutu, por su parte, se formó en la Escuela de Ejército de Kabamba y sirvió durante 14 años.

Aunque los batwa viven en la foresta, han intentado obtener un poco de educación. Nzito, que hizo hasta séptimo grado, es la persona más educada de la comunidad y quiere lograr una educación mayor.

Muchos que no quieren ir a la escuela se quejan de que las aulas no son amistosas para los batwa. Tienen techos de chapa que son ruidosos cuando llueve y también hay muchas garrapatas. Si el gobierno está interesado en ayudarlos, debe construir aulas especiales para ellos.

Fuente: The East African
Por Henry Lubega, www.elcorresponsal.com

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