domingo, 20 de enero de 2008

Poemas de Mauricio Pérez Ruz



Invaginación

Cómo explicarte tanta angustia
tanta
y sólo para uno
o una
qué importa

Los pinos gimen
las risas se desgranan
las voces apestan

La terminal es terminal
y apestan sus baños
sus partidas

La espera apesta

Certezas de nada en esas flores
marchitas de mal
sin identidad
de nadie
mas



tampoco de nosotros








Impiedad



Esta noche
de no sentirme dios
juraría que esta sala está llena de JUDAS...
¡No se molesten!
Yo
sé mucho de ellos...

El de la nave rota
huirá de su sombra contando pasos

El de las colillas
se lamentará de no haber podido con un ''solo hijo''
acusando a los que curan

La mujer gorda se arrojará al piso
pidiéndonos que oremos por ella

Hasta que alguien


creyéndose humano

arroje algunas monedas

...


como miguitas a los pajaritos






Donde ancló la melancolía



No sé qué me llevó a vos
a tus muelles, a tu soledad de prostituta.

No sé qué hiciste para que te amara...

¿Tus orgasmos de mar?
¿Tu olor femenino impregnado en la costa?
Marcan los limites de tu contención
de tu inmensidad...
de mi insignificancia

Y mi fugaz paso por tus caderas
con el cielo de testigo
y otra vez la bruma
y el silencio del invierno en tus calles

Y otra vez yo
como otras tantas veces
corriendo a tu encuentro

esperando el milagro de mil noches de hotel

Tratando de hacerte olvidar... la noche que derramaste la copa de vino
volviéndome sombra
y sonriendo

-¡dijiste lo siento!-





Veres y sentires


De las manos de los dioses
vi fluir manantiales vacíos
Vi las nubes cubrir el cielo

sádicas de belleza

Cuando lo salvaje de esos potros
eran sangre hirviendo en las venas

Y no era el final
¡No!
de eso no les hablo

Pero supe de calas rojas de veneno
supe de agonías
cuando la hiel del amanecer
rompe los corazones
en este mundo
donde sólo sobrevive el que menos rompe...
¡Sí!
y los corazones se rompen

Supe de sábanas blancas
de sexos ausentes
de respiración
de entumecimiento
de querer y no poder
de sobredosis
de azules suicidios
contagiosos...

Vi la impaciencia de esos largos cortos años
saltar al vacío
Vi las muecas desesperadas
de los que habían planeado esa fuga
hacia el centro de ellos mismos

Para brillar con las estrellas
dejándonos voces ahuecadas en lo negro de la noche...
en el aroma del patchouly

Y no era el final
¡No!
De eso no les hablo
ni les hablo de un horrible sueño

Y sentí la lluvia calmar el ardor de mi pecho
cuando una brisa
se quedó a vivir en mi mente
para avivar esa llama ...


aunque algunos amigos se hayan ido


( a ellos…)


Mauricio Pérez Ruz
chiro_sanjuan@yahoo.com.ar

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mauricio no conocía tus textos y la verdad que me gustaron mucho.
Felicitaciones!